XVIII JJ.OO. Tokio 1964


Tokio se aprestó ilusionado a organizar los Juegos de la XVIII Olimpiada. Con igual ilusión habían comenzado 24 años atrás los preparativos del gran festival olímpico que habían de quedar frustrados ante las ansias expansionistas de los militares nipones.
De ahí que lejano, aunque presente el trágico pasado de la guerra, el pueblo japonés se mostrase solidario en intentar dar a través de sus Juegos una imagen real y distinta a la que oficialmente quedó plasmada por los partes y noticias de las décadas precedentes: una imagen de laboriosidad, cultura, cortesía y eficacia.
La perfección matemática de los preparativos y la minuciosidad técnica con que habrían de desarrollarse los XVIII Juegos les valieron el apelativo de los "Juegos de la Electrónica" o de las computadoras.
En el aspecto deportivo, el prodigioso atleta americano de color, Bob Hayes, dominará todas las pruebas de velocidad y su rubio compatriota Don Schollander se impondrá irresistible en la natación.
El dato descollante de Tokio habría de ser la final de judo, el deporte nacional del país, que en los Juegos hacía estreno olímpico. El gigante holandés Antón Geesink atenazará al ídolo nacional Kaminaga, arrebatándole a él y al país entero el más preciado título.
España, de nuevo y pese a la holgada representación que se envía, no obtiene buenos resultados, excepto Luis Felipe Areta, que se clasificará sexto en longitud, López Rodríguez que fue quinto en ciclismo individual y el equipo de Hockey sobre hierba que obtiene la cuarta plaza.

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